La cocina puede ser el lugar que más amemos u odiemos de nuestra casa. Admitámoslo, hay cocinas en las que da gusto cocinar, pero también hay otras que nos invitan a rebuscar en las ofertas de comida a domicilio del barrio. Uno de los elementos que marcan esta diferencia son las paredes.
Al pensar en las paredes de una cocina las opciones son prácticamente dos: azulejos o pintura. Esto nos lleva a la inevitable pregunta ¿Qué material es mejor para mi cocina? La respuesta corta es un poco concluyente “depende”. Depende de presupuestos, de gustos y de funcionalidades. Para tener una respuesta más concluyente, te invitamos a seguir leyendo.
Azulejos para las paredes de mi cocina: la opción más higiénica y práctica
Los amantes de los azulejos en la cocina tienen un muy buen motivo para hacerlo: la limpieza. Los azulejos son más resistentes a las manchas que la pintura. Esto no solo crea un ambiente más higiénico para cocinar, también resultan más fáciles de limpiar. Todo lo que sea facilitar la limpieza del día a día es un argumento a favor difícil de rebatir.
Por otra parte, los azulejos requieren de mayor tiempo de instalación. Para instalar los azulejos necesitaremos de más tiempo que pintar las paredes y genera escombros. Además, genera escombros y eso nos lleva a tener más tiempo a los obreros trabajando en tu casa. Cabe mencionar que cambiarlos es más complicado y caro.
Pintar las paredes de la cocina: la opción más económica y versátil
Después de lo escrito sobre los azulejos resulta inevitable empezar hablando de que pintar las paredes de la cocina es una opción mucho más económica. A esto hay que añadir que lleva menos tiempo y resultará más fácil volver a pintar cuando lo necesitemos.
Tampoco se puede negar que la pintura deja expuesta la pared. Cualquier golpe puede provocar desperfectos. Frente a esto, la pintura solo destacará el desconchón, la grieta o el agujero hasta que tengamos tiempo de arreglarlo.
Si con estos argumentos aún no te ha convencido ninguna solución, es importante que sepas que existe la opción intermedia: combinar ambos materiales. La mejor idea es poner azulejos en las paredes más cercanas a las zonas de cocinado o fregadero por su facilidad de limpieza y pintar después el resto de las paredes de la cocina. Las mayores ventajas de usar esta fórmula mixta de alicatar y pintar son que se rompe la monotonía que puede llevar usar un mismo material, especialmente si la cocina es grande; que la limpieza se facilita donde más se necesita; y el precio no es tan alto como el de utilizar solo la técnica de alicatado.
Tras acabar el artículo no nos queda otra que remitirnos a la respuesta corta y su “depende”. Sin embargo, este “depende” es ahora más fácil de responder pues el lector ya tendrá todos los argumentos a favor y en contra. Solo queda determinar que opción se adapta más a sus necesidades.